Serios desafíos para la gobernabilidad

Incertidumbre y falta de paz definida en un contexto internacional adverso para América Latina. No habrá solo cola en las economías que arrastraron bajas tasas de crecimiento y fueron ferozmente castigadas por la pandemia. En este contexto, cunde el malestar que anticipa nuevos estallidos sociales. Así lo advierte el informe “Riesgo Político. América Latina 2023”, desarrollado por el Centro de Estudios Internacionales de la Universidad Católica de Chile (CEIUC), un riguroso inventario de los desafíos que enfrenta la región.

Culmina una segunda década perdida (2014-2013) con una tasa promedio de crecimiento mucho menor que la alcanzada en la década perdida del 80, con las instituciones de integración regional debilitadas y en un contexto de acumulación de crisis globales que configuran el mayor riesgo geopolítico de las ultimas muy decadentes.

La región tenderá a enfrentar la inseguridad, el retroceso democrático, las crisis de gobernabilidad y la expansión del crimen organizado entre los desafíos políticos que permean.

El extremismo de derechas globalizadas que se reconoce como líder de Trump en Estados Unidos, de Orbán en Hungría, de Meloni en Italia y en el ideario de Vox en España, es una novedad en la región. Se trata de derechas antiliberales que buscan encauzar la rebelión con propuestas antisistema.

Su blanco es la democracia entendida como un juego de castas corruptas; sus liderazgos disruptivos hacen política negando la política y con un discurso populista que opone el pueblo a la casta política. Bolsonaro en Brasil, pertenece a esta familia.

Al igual que Trump, no reconoce su derrota electoral. El habla al pueblo como pastor elegido de Dios. Como Trump, va al país profundo pero lo hace con investidura teocrática.

El asalto al Capitolio tiene su réplica en el reciente asalto a las sedes de los poderes del Estado en Brasil. Appropiándose de la bandera como sello de identidad, con el lema «Brasil es nuestro», es verde amarillo y no rojo, es «Democracia contra Comunismo», es «Dios, Patria y Familia», asoma una nueva amenaza. Una encuesta de Atlas sobre Brasil tras el registro de la insurrección que casi el 40% cri que Lula no ganó la elección y casi el 37%. se muestra a favor una intervención militar para invalidar los resultados de las elecciones de las octubre 2022.

Cuando el voto, fundamento de la legitimidad de origen de un mandato se desconoce, la democracia naufraga. La democracia presupone la renovación de los liderazgos sin derramar sangre. Negar el valor del voto es abrile las puertas a la violencia. No extraña que los bolsonaristas exclamaran durante la campaña electoral “Si no gana, habrá guerra”.

El asalto a las instituciones fue el inicio de esa guerra que, parece, habrá de ser prolongada y librada tanto en las calles como en el Parlamento, con la poderosa herramienta de las redes.

Estos son tiempos de rabia y caos, de efervescencia social y de voto castigo. Acaso la irrupción de Trump es el parteaguas entre dos ciclos políticos. Bien advertía Joschka Fischer, ministro de Asuntos Exteriores alemán entre 1998 y 2005, que el orden occidental de la posguerra había sido tocado de muerte por la elección de Donald Trump como presidente de EE.UU. La violencia en Perú, un país de extrema fragmentación política, compone el panorama de incertidumbre política que sacude a la región.

En la Argentina crece el extremismo de una derecha globalizada que representa Javier Milei, un economista anarco libertario que atrae sobre todo a los jóvenes que no ven una salida en una sociedad a la que bien describe la metáfora de la playa de estacionamiento.

Asistimos tiene una reconfiguración del mapa partidario que gira alrededor de coaliciones traseras aunque la doble vuelta hace poco probable el triunfo de terceras fuerzas. Sin embargo, el electorado que se autodefine «de derecha» crece en las encuestas. El pesimismo que registró los probes, combinado con la intolerancia de una sociedad polarizada, alimenta el liderazgo dispuesto a arrasar con lo existente.

A menos de un año de las elecciones presidenciales, la incertidumbre sobre sus resultados contrasta con la certeza de que si la coalición opositora triunfa, tendrá una corta luna de miel, como ha ocurrido con las presidencias de Boric en Chile y de Petro en Colombia, país donde retrocedió la violencia.

Las pérdidas de gobernabilidad se amplifican en una Argentina que registra 95% de inflación anual, tiene el 40% de su población en la pobreza y una tasa de inversión con relación a su PBI que est la más baja de la región.

Sus exportaciones no generan trabajo y su errática política internacional está expuesta a los avatares domésticos. El reciente desacato del fallo de la Corte Suprema contra el recorte de fondos a la ciudad de Buenos Aires es una muestra más de inseguridad jurídica en un país que carce de moneda e inversiones.

La política consiste en encontrar un rumbo en medio de las ruinas. A pesar de todo, el mundo de hoy nos ofrece oportunidades. ¿Podremos evitar que esta sea otra oportunidad perdida?

Liliana De Riz es socióloga. Profesora consultada en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA e Investigadora Superior del CONICET.